El Sabiñánigo recibió la visita de un Caspe que se jugaba la vida y buscaba algo positivo. El Joaquín vivió un partido vibrante que acabó con victoria local. En el primer tiempo, los visitantes les hicieron la vida imposible a los serrableses, que no estuvieron precisos con pases cortos que no llegaban arriba y con pocas ocasiones. La única oportunidad clara en los primeros minutos la tuvo Ramón en un balón que llegó desde la derecha. El delantero llegó muy forzado y su cabezazo, pese a no haber portero, se fue alto. La siguiente ocasión clara llegó en el minuto 38.
En un córner, el meta visitante despeja a la frontal y Zamora empalma un volea que entra por la escuadra. No hubo tiempo para celebraciones porque pronto, en una contra, el balón quedó muerto en la frontal para que Luis empatara. El Sabiñánigo siguió insistiendo en los minutos finales del primer tiempo, pero Javi Ruiz no tuvo que intervenir.
En la segunda parte, el equipo local tuvo más la pelota que el Caspe. Pero en el minuto 61 llegó una contra que acabó con un trallazo de Repollés que entró tras dar en el palo. Pero como viene siendo habitual esta temporada, el Sabi no se rindió. Zamora robó el balón en medio campo y, cuando llegó a la portería, lo golpeó con el empeine y la pelota entró llorando.
Este tanto animó a los locales, que tuvieron unos minutos titánicos buscando la portería rival. Una jugada de Suso por la derecha acabó con un remate de Osanz que entró por el segundo palo para delirio de la grada.
La fiesta fue mayor y a partir de entonces el Caspe notó ese tercer gol, bajó físicamente el tono y el Sabi no permitió al conjunto visitante entrar en su área. Quique García reforzó bien su defensa y los serrableses se hicieron dueños hasta el final, ya que no hubo más ocasiones.
El Caspe dio una buena imagen pese a su mala situación en la tabla y demostró que puede estar más arriba, ya que es un equipo físico y fuerte que juega bien.